Sale a pasear un cabello
errante en busca de una majestuosa cabeza. Que sea una cabeza que tenga cara,
una universalmente bonita, preciosa. Pero el cabello no es capaz de correr lo
suficiente, pues cada rostro se apresura en alcanzar la gloria, el nirvana.
Unos quieren llegar a estar tranquilos, haber saldado sus cuentas y descansar
para siempre más, pero es tanto lo que deben... Otros buscan pero no
encuentran, buscadores incansables e implacables que seguirán así por el resto
de sus días. Hay quienes odian tanto que hasta ellos mismos se odian y quieren
quedarse calvos hasta que se les borre de la existencia. Existen también los
que no soportan la espera y deciden no esperar más. Los que por mucha alegría
que muestren les falta algo más supremo, el amor, pero incluso estos son egoístas
ya que si consiguieran un pelo de amor querrían llenarse la cabeza, luego no es
amor realmente lo que buscan sino que codician cuanto ven. Algunos avanzan
zigzagueando, justo cuando un pelo está a punto de alcanzarlo este cambia de
rumbo, y así por siempre jamás. Muchos si quiera saben que están calvos y
cuando ven un pelo se creen que ni uno de los suyos es tonto. Un análisis
pormenorizado sugiere que 1 cara de cada un millón consigue su objetivo, pero
es mejor que estos no digan nada y se rapen la cabeza, ya que la IRA se
cerniría sobre su dicha, porque la incomprensión de la IRA cambiaria el rumbo
de su dicha y porque entonces ya no sería dicha sino "dije". Y del
dicho al hecho...
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